La grave sequía que sufre Turquía, causada por el cambio climático y agravada por una mala gestión de los recursos de agua dulce, ha puesto al país euroasiático en la lista de países con alto estrés hídrico (donde se incluyen países como Qatar, Arabia Saudí, Israel, Jordania…) después de que la cantidad anual de agua disponible ronde ya el límite de los 1.000 metros cúbicos per cápita: una situación causada por el descenso constante de las precipitaciones en forma de lluvia desde 2015, que los expertos prevén que se agrave en los próximos años. Zonas densamente pobladas como la región del Mármara se han vuelto excepcionalmente secas; en la provincia de Bursa, la 4ª más poblada de Turquía, el pantano de Nilüfer se ha secado y la presa de Doğancı está al 27%. En Estambul la situación también es grave, con las reservas al 35%.

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