Las autoridades israelíes cerraron el jueves el complejo de la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén Este tras el intento de asesinato de un rabino judío ultraderechista, en un hecho sin precedentes desde que Israel capturara Jerusalén Oriental en 1967 durante la Guerra de los Seis Días.
Según confirmaron fuentes palestinas, el cierre del lugar -uno de los más sagrados para los musulmanes y que los judíos conocen como el Monte del Templo- se hizo efectivo desde primera hora de la mañana del jueves. La medida se hizo efectiva poco después de que a última hora del miércoles un radical palestino disparara en Jerusalén contra el rabino ultraderechista Yehuda Glick, quien resultó herido de gravedad y en estos momentos se debate entre la vida y la muerte en un hospital de la ciudad.
El jueves las fuerzas de seguridad israelíes localizaban y abatían al sospechoso del atentado contra Glick, Moataz Hegazi, un antiguo prisionero palestino vinculado a la Yihad Islámica que abrió fuego contra la policía cuando ésta procedió a arrestarle en un humilde barrio de Jerusalén Este. Otros tres palestinos resultaron heridos durante la operación, que ha desatado ya las primeras protestas y llevado a la policía israelí a declarar el estado de máxima alerta en todo el país. El presidente palestino Mahmud Abbas ha pedido la intervención de la comunidad internacional y ha calificado el cierre de la Explanada como una "declaración de guerra".
Con nacionalidad tanto israelí como estadounidense, Yehuda Glick es conocido y temido a partes iguales tanto por los palestinos como por la policía israelí, ya que en varias ocasiones ha encabezado grupos de judíos ultranacionalistas que han tratado de entrar en la Explanada de las Mezquitas, lugar que los musulmanes consideran sagrado, desatando violentos enfrentamientos en este lugar carismático de Jerusalén. Glick ya había recibido por ello numerosas amenazas de muerte.
Precisamente pocas horas antes de ser tiroteado, Glick había participado en una conferencia titulada "Israel regresa al Tercer Templo" como parte de su campaña para permitir que los judíos puedan entrar en la Explanada de las Mezquitas, a lo que se oponen tanto musulmanes como muchos judíos ortodoxos.
No obstante el objetivo último de este rabino ultranacionalista no es sino reconstruir el Templo de Salomón –destruido definitivamente por los romanos hace casi 2.000 años- del que el llamado Muro de las Lamentaciones es su último vestigio: algo que conduciría inexorablemente a la desaparición de la Mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca, que conforman el tercer lugar más sagrado para el Islam. Muchos judíos extremistas abogan por que la reconstrucción del Templo de Salomón es necesaria para propiciar una venida del Mesías, que supuestamente traerá una Edad de Oro de mil años.
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