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Opinión

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La declaración del Departamento de Estado de EE.UU. el 6 de noviembre autorizando recompensas contra tres importantes figuras de la cúpula del PKK en Kandil ha llegado como una gran sorpresa.

Mientras que la decisión del Departamento de Estado estadounidense fue recibida positivamente en Ankara a primera vista, provocó confusión en muchos círculos y llegó con un debate sobre los motivos que hay tras esta iniciativa.

Por qué han los EE.UU., que reconocieron al PKK como una “organización terrorista extranjera” en 1997 y entregaron a su líder Abdullah Öcalan a Turquía en 1999, esperado casi 20 años para tomar esta decisión, es una pregunta adicional que surge en estos debates.

Para buscar una respuesta a estas preguntas, la mejor manera es comenzar por definir desde qué parte de la administración de los EE.UU. ha llegado esta iniciativa.

En primer lugar, subrayemos el hecho de que en un momento en que soldados bajo la autoridad del Pentágono (Departamento de Defensa de los Estados Unidos) están llevando a cabo patrullas conjuntas en la frontera siria con el YPG, la rama siria del PKK, a costa de irritar a Turquía, esta decisión haya sido hecha pública por el Departamento de Estado de EE.UU.

Entonces, podemos aceptar esto como una decisión que vino desde fuera del Pentágono.

En cualquier caso, resulta impensable para el Departamento de Estado de EE.UU. realizar un anuncio así sin el consentimiento de la Casa Blanca.

Ahora, centrémonos en las razones que desataron esta decisión.

La primera puede estar relacionada con ciertas preocupaciones en Washington sobre Turquía. Esta decisión llega en un momento en que se han intensificado las preocupaciones sobre un distanciamiento de Turquía de Occidente como resultado del reacercamiento a Rusia y su consolidación hacia una alianza permanente.

Rusia se ha convertido en el actor creciente gracias a los logros de su cooperación con Turquía en un momento en que las relaciones con los Estados Unidos se han deteriorado en todos los frentes y en que la percepción pública en Turquía con respecto a EE.UU. ha caído en picado.

Resulta probable que la urgencia por evitar perder a Turquía y para poner fin a la tendencia en el deterioro de las relaciones se haya convertido en una decisión política.

Parece que los responsables de estas decisiones han sentido la necesidad, velando por los intereses de EE.UU., de echar el freno en algún momento.

Es también importante que este acontecimiento haya tenido lugar justo antes de la reunión que está previsto que ocurra entre el Presidente Recep Tayyip Erdoğan y el Presidente de Estados Unidos Donald Trump el próximo domingo 11 de noviembre en París.

El Departamento de Estado de los EE.UU. anunció también el 5 de noviembre que Turquía quedará exenta de las sanciones aplicadas a Irán.

Cuando tomamos en consideración estas dos decisiones, resulta posible decir que la parte estadounidense quiere abrir el camino para la normalización de las relaciones (con Turquía) y preparar el terreno para un encuentro exitoso en París.

Debemos subrayar también este factor: en lugar de hacer uso de sus muy fuertes capacidades en servicios de inteligencia como la CIA, que podría identificar el paradero de Murat Karayılan, la decisión de los Estados Unidos de poner recompensas para animar a terceros a esta misión conduce a sospechas en términos de credibilidad.

Este factor trae a la mente que podría haber un factor de relaciones públicas con una psicología específica detrás de esta decisión.

Aun así, sería injusto afirmar que la decisión carece de importancia.

Se mire desde el punto que se mire, resulta imposible pensar que este anuncio no pondrá en serios aprietos la libertad de movimiento de los líderes del PKK en Kandil.

Llegados a este punto, uno debería prestar oído a un destacado experto sobre terrorismo como Nihat Ali Özcan.

En su análisis publicado en el diario Milliyet, Özcan consideró la decisión de Estados Unidos como un esfuerzo para romper la relación entre la presencia del YPG en Siria y la cadena central de mando del PKK. En otras palabras, él afirma que Estados Unidos quiere crear una diferenciación entre el mando central del PKK y los mandos del YPG.

Si existe una estrategia de disociación semejante, uno no debería ignorar esta realidad: el vínculo entre el PKK y su rama siria, el YPG, está basado en una relación orgánica.

El YPG es una organización creada por orden de Abdullah Öcalan.

El PKK y el YPG forman parte de la Unión de Comunidades del Kurdistán (KCK), creada de nuevo siguiendo las órdenes Abdullah Öcalan en 2005.

Terroristas de Turquía pertenecientes al PKK que han recibido entrenamiento en los bases del PKK en Kandil, forman parte de los cuadros de mando del YPG.

¿No resulta una peculiaridad que mientras EE.UU. intenta forjar una alianza militar sobre el terreno con el YPG, ofrezca recompensas por Murat Karayılan, Cemil Bayık y Duran Kalkan, que forman parte de la estructura de liderazgo que tiene poder para dar órdenes al YPG?

Es imposible que las relaciones turco-estadounidenses se libren de esta sombra mientras Estados Unidos continúe cooperando sobre el terreno con el YPG.


 

Artículo traducido del original publicado el 09-11-2018 en el diario turco Hürriyet.

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