Una mujer calificada por medios turcos como “la ‘gatita’ más importante” del polémico telepredicador turco Adnan Oktar, más conocido por su alias de Harun Yahya y que fue arrestado el pasado mes de julio durante una operación contra la secta que dirigía, ha aceptado colaborar en la investigación contra Oktar aportando testimonios sobre los abusos y la violencia que éste ejercía contra las mujeres.
Oktar fue detenido el pasado 11 de julio junto con otras 234 personas vinculadas a su organización religiosa en una macro operación policial desarrollada principalmente en Estambul pero también en Ankara, en la que además se confiscaron más de millón y medio de liras turcas en efectivo y más de un centenar de armas de fuego.
El telepredicador y sus acólitos tienen más de treinta cargos en su contra presentados por la fiscalía, incluyendo dirigir una organización criminal, espionaje político y militar, abusos sexuales, abuso a menores, acoso, lavado de dinero, fraude, explotación de los valores religiosos, robo, violación de la privacidad, violación de las leyes antiterroristas, o violencia contra las mujeres.
Oktar se rodeaba tanto de hombres bien parecidos como sobre todo de mujeres, a las que él mismo llamaba “gatitas”, que solían ser mujeres sometidas a operaciones de cirugía estética y que posaban frecuentemente junto a él en ropa y posturas sugerentes.
Estas “gatitas” aparecían también durante los estrambóticos programas de televisión que presentaba el propio Oktar y que emitía desde su mansión a través de su canal de televisión, A9; en ellos el líder religioso hablaba sin cesar de todo tipo de asuntos, aunque principalmente se dedicaba a ofrecer su excéntrica interpretación del Islam, a atacar la teoría de la evolución, y a hablar de una supuesta gran conspiración británica para dominar el mundo.
Según la particular “interpretación” del Islam que Oktar enseñaba a sus seguidores, el llamado velo islámico –la tela con la que algunas mujeres musulmanas se cubren parte del cuerpo- equivalía al bikini, mientras que según el telepredicador la prohibición islámica sobre el alcohol sólo afectaba al vino y se permitían todas las demás bebidas alcohólicas, incluyendo el vodka, el whisky... y por supuesto el rakı, un licor turco anisado de alta graduación.
Oktar y sus seguidores habían alterado igualmente otras prácticas del Islam, como por ejemplo reducir el número de oraciones diarias de las cinco preceptivas a sólo dos, acortando también significativamente su duración.
Una secta con violencia, abusos y violaciones
La secta religiosa dirigida por Oktar captaba principalmente a mujeres jóvenes de clase adinerada, que prácticamente vivían para el telepredicador y realizaban danzas públicas y privadas para él. Muchas de ellas se han atrevido a hablar tras el arresto del líder religioso y han contado cómo fueron testigos de abusos sexuales y violaciones, incluso a menores de edad.
Según informó el martes la prensa turca, el último caso sería el de Ayça Pars, una mujer que entró a formar parte de la secta como “gatita” hace ahora 30 años, y que se ha convertido en un testigo clave para la investigación dado que por su antigüedad en el grupo llegó a ostentar una gran responsabilidad, incluyendo la dirección de los programas emitidos por televisión e Internet.
De acuerdo al testimonio inicial de Pars que ha trascendido a los medios, ella misma fue testigo a lo largo de estos 30 años de todo tipo de actos de violencia por parte del telepredicador, que contabilizó por “cientos de veces”.
“Éramos 30 (gatitas). Él escogía una para pegarla; no se trataba sólo de abofetearla, sino que arrastraba a las chicas por todo el lugar y les cortaba el pelo”, explicó la ex “gatita” en su testimonio ante el fiscal, al que aseguró que la obra de Oktar no era más que “perversión disfrazada de religión”.
“La religión era sólo una fachada. Él quería que todas las mujeres le miraran como si estuvieran enamoradas de él. Si no lo hacían correctamente, cortaba la emisión en directo para un descanso y torturaba a las chicas para castigarlas”, contó Pars.
Una prueba más del nivel de locura y paranoia al que había llegado Oktar, era la reacción que mostraba tras golpear a las mujeres. “Cuando las chicas comenzaban a llorar de dolor, él decía que estaban llorando porque estaban muy enamoradas de él”, afirmó la testigo.
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