Las fuerzas de seguridad griegas han convertido en rutina la “devolución en caliente” de los inmigrantes y solicitantes de asilo que llegan desde Turquía cruzando el río Evros (Meriç, en turco) que sirve de frontera entre ambos países, una práctica completamente ilegal bajo las leyes internacionales, y muchos de ellos sufren malos tratos y mueren en el camino de vuelta, según denuncia en un informe la ONG internacional Human Rights Watch.
“Los agentes (fronterizos griegos) usan en algunos casos la violencia, y a menudo confiscan y destruyen las pertenencias de los inmigrantes”, asegura el informe, que incluye un video en el que se muestra a unos inmigrantes siendo golpeados y devueltos hacia Turquía por las autoridades griegas.
De acuerdo a las convenciones internacionales, Grecia está obligada a registrar a cualquier persona que entre en su territorio ilegalmente, y a iniciar un proceso en el que su situación deberá ser examinada por las autoridades para determinarse si debe ser deportada a su país de origen por haber entrado ilegalmente en el país, o si por el contrario tiene derecho de asilo.
Sin embargo esto no ocurre en Grecia. Sólo durante la primera semana de diciembre los medios de comunicación turcos documentaron al menos cuatro casos de inmigrantes aparecidos muertos por frío tras haber sido obligados a cruzar el río Meriç después de entrar ilegalmente en Grecia. Varios de ellos iban semidesnudos y presentaban signos de violencia.
De hecho cada vez son más los casos de inmigrantes interceptados en Turquía y que, tras ser entrevistados por personal de inmigración o trabajadores sociales turcos, relatan que los policías griegos les devolvieron a la fuerza a Turquía tras haber cruzado el río fronterizo.
“Personas que no han cometido ningún crimen son detenidas, golpeadas y expulsadas de Grecia sin ninguna consideración por sus derechos o su seguridad”, comenta en el informe Todor Gardos, investigador para Europa de Human Rights Watch.
“A pesar de las negaciones del gobierno (griego), parece que Grecia está, de manera intencionada y con completa impunidad, cerrando las puertas (de Europa) a muchas personas que buscan llegar a la Unión Europea a través de la frontera del Evros”, añade.
HRW entrevistó a 26 solicitantes de asilo y otros inmigrantes en Grecia en mayo, y en Turquía durante los meses de octubre y noviembre, y de ellos 24 confirmaron casos de devoluciones en caliente de las autoridades Grecia hacia Turquía.
“La mayor parte de los incidentes tuvieron lugar entre abril y noviembre. Todos estos entrevistados informaron de un comportamiento hostil o violento por parte de la policía griega y de fuerzas no identificadas, que llevaban uniformes y máscaras sin ninguna insignia reconocible”, subraya el informe, añadiendo que los abusos a los que las fuerzas griegas someten a los inmigrantes incluyen golpes con la mano o con porras, patadas, e incluso un caso del empleo de lo que parecía una pistola taser.
“La Comisión Europea, que proporciona apoyo financiero al gobierno griego para el control de la migración, incluyendo en la región del Evros, debería urgir a Grecia a poner fin a todas las devoluciones sumarias de solicitantes de asilo hacia Turquía, presionar a las autoridades para que investiguen las denuncias de violencia, y abrir procedimientos legales contra Grecia por la violación de las leyes de la UE”, destaca el informe de la ONG.
La ministra griega encargada de la seguridad fronteriza, Olga Gerovasili, ha negado en repetidas ocasiones que Grecia recurra a la práctica ilegal de las “devoluciones en caliente”; sin embargo los datos que manejan las autoridades turcas son muy distintos.
Según las cifras publicadas por la agencia de noticias turca Anatolia, sólo en noviembre el número de inmigrantes devueltos ilegalmente por Grecia rondó los 2.490, y al menos 300 de ellos fueron sometidos a malos tratos por parte de la policía griega, incluyendo golpes u obligarles a cruzar la frontera medio desnudos.
El pasado mes de junio, el Comité para la Prevención de la Tortura del Consejo de Europa afirmó haber recibido “varias acusaciones consistentes y creíbles de devoluciones en bote desde Grecia hacia Turquía en la frontera del río Evros, llevadas a cabo por policías griegos y guardias fronterizos enmascarados (para no ser identificados) o por comandos (paramilitares)”.
Ferhat, un sirio de etnia kurda que cruzó hacia Grecia huyendo de la guerra en su país y que fue entrevistado por HRW, cuenta cómo dos policías griegos le detuvieron el pasado 19 de septiembre en una estación de tren abandonada a él, a su esposa y a sus tres hijos de 12, 15 y 19 años.
Desde allí los trasladaron a una comisaría de policía donde los encerraron en una gran zona vallada en la parte trasera de la comisaría, donde permanecieron junto con decenas de personas más durante unas 5 horas. En ningún momento se les tomaron fotografías o huellas dactilares, ni se les entregó ningún documento para leer o firmar o ni siquiera se les notificó el motivo de su detención.
Luego llegaría el miedo. “Nos metieron a todos en un camión, a 60 ó 70 personas. Había comandos vestidos de negro, con máscaras que les cubrían la cara, y nos llevaron de vuelta al río (Evros). Teníamos mucho miedo... Vi a más gente, sobre todo jóvenes que sólo llevaban los calzoncillos, ninguna ropa más”, relató el inmigrante sirio.
“Nuestra sangre se heló del miedo. Cuando abrieron el camión, comenzamos a salir. ‘Manteneos en una fila, de a uno’ nos dijeron, y golpearon a algunos. Luego en grupos de diez, nos metieron en un pequeño bote llevado por un soldado griego (para cruzar el río Evros de vuelta a Turquía). Yo lloré a causa de la humillación”, concluye Ferhat.
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